1- Quedarse en estado de victima por el sufrimiento que te tocó vivir y compadecerte de esto permanentemente, sin posibilidad a cambiar, atado a este estado y nunca avanzar, porque te sientes víctima de lo que te pasó.
2- Otra opción es que fue tanto el sufrimiento que te hicieron que de víctima decides pasar a ser un victimario para que el resto sienta lo mismo -esta opción parece un tanto perversa, pero creo que no está lejos muchas veces de nuestras realidades- . Si por ejemplo, en aquellos dolores que nuestros padres o familiares nos hacen pasar, y luego lo replicamos concientemente o inconcientemente a los demás.
3- La tercea opción es dejar que Cristo redima ese sufrimiento. Esto es dejar que Cristo ponga paz y trabaje en dicho sufrimiento, y restaure tu historia de vida...esto es comprender que Cristo ha enmarcado tu historia, tu sufrimiento en SU GRAN HISTORIA, en sus propópositos.
Todos los sufrimientos que le tocó pasar a José tuvieron en su historia un propósito, que se manifestó cuando él no solo logró salvar al pueblo de Egipto de la hambruna sino también a su propia familia, logrando perdonar y restaurar su relación con sus hermanos. Dios exaltó a José frente a sus victimarios.
Por tanto, la decisión de qué hacer con ese sufrimiento que te ha tocado pasar, está en tus manos: ¿Quiero ser víctima de mi sufrimiento? ¿Victimario? O ¿Creer en que Dios puede restaurarte y llevarte hacia sus propósitos?
Finalmente, Dios nos restaura para que también nosotros seamos restauradores de quiénes necesitan ser restaurados por medio de Cristo.
Ahora puedo comprender el propósito de mi propio sufrimiento, que no es vano, si lo rindo ante los pies de Cristo.